Principios para edificar una familia bendecida.

Feb 19, 2023Blog

Son demasiados golpes los que reciben las familias en una sociedad donde los antivalores abundan. Muchos males azotan a los hogares en la actualidad. El divorcio, la pobreza, la crisis laboral y económica, la violencia, la enfermedad, la muerte encabezan la lista crasa de los elementos perjudiciales para las casas. Nadie se ve exento de atravesar valles de oscuridad, terror y fatalidad en el seno familiar. Ocasiones hay en que las puertas se cierran y la esperanza se desvanece. Sin embargo, en los pasajes de las Sagradas Escrituras encontramos aliento para caminar firmes con la fe en el omnipotente y buen Dios.


Lecturas hay impresionantes en las que las familias protagonistas tocaron fondo, para luego resurgir llenos de vigor espiritual, abundantes en bendición material, ricos en experiencia con el Altísimo. La amplitud de la gracia divina se manifiesta en hogares de distintos tipos. Las viudas necesitadas con hijos en condiciones tristes, los hombres sufridos, los padres que se refugiaron en la fe cuando no les quedaba salida de los problemas, todos fueron recipientes del favor divino. En la iglesia Cristo Viene, del Concilio Nacional de las Asambleas de Dios en Palaú, Coahuila, México, nos percatamos de la abundancia de problemas que se suscitan en el seno de las familias y cómo deteriora a los miembros del hogar enfrentar crisis pesadas y a veces prolongadas. Realizamos una lectura de la Biblia en busca de pasajes que aportaran ayuda, fortaleza, consuelo y asesoría para sacar adelante a la familia de las crisis. Fue excitante notar el interés divino por el bienestar familiar.


En nuestra pesquisa encontramos doctrina e historia de las manifestaciones de la sabiduría y el poder de Jehová para hacer que las estériles den a luz para bendición de la familia, enviar provisión económica para suplir las necesidades de una casa, movilizar ángeles y profetas para acudir en auxilio de un hogar, sacar a mujeres de la prostitución para unirlas en matrimonio con los nobles de la tierra… Iniciamos un estudio en las células que resultó de enorme bendición para la iglesia. Después se predicaba cada mensaje en el programa del domingo y la gente traía invitados a escuchar mensajes para la familia. Los resultados fueron desde conversiones, vigorización de la fe, mayor interés de la gente en la atención de su hogar y compromiso de los miembros por la conversión de su casa entera.


Quisimos compartir la bendición con otras personas e iglesias y seleccionamos una temática de 15 lecciones que esperamos sean útiles para estudios, sermones y lectura devocional. Cada lección contiene un análisis bíblico, luego se procuran los principios que emanan del pasaje o la historia, después se ofrecen aplicaciones para las necesidades y las situaciones de la familia en la actualidad.

Tenemos la convicción de que la Biblia es un tesoro lleno de riquezas, una fuente de vida inagotable, un caudal de bendición ilimitada. Si en los hogares nos acercamos a ella con devoción y hambre de aprender recibiremos aliento del cielo para la familia. Nadie conoce a la perfección cómo ser un buen esposo o padre. No existen escuelas de entrenamiento para la vida. Pero en la Biblia tenemos una guía especializada, y en sus narraciones somos instruidos a través de buenos y malos ejemplos, para que procuremos los primeros y evitemos los últimos. La familia de Isaac (Rebeca, Jacob y Esaú), nos brinda lecciones importantes.

  1. La oración como medio de bendición para el matrimonio
    Rebeca era estéril. Pasaban los años y ella no podía embarazarse. En su medio ambiente resultaba oprobioso que una mujer no tuviera hijos, pero contaba con un esposo comprensivo y espiritual que no la juzgó ni la abandonó por su problema, sino que la apoyó en todo momento. Las penas son más llevaderas cuando contamos con una pareja que nos ama y nos consuela en la tribulación, que nos acepta como somos y nos ayuda a sobrellevar las cargas emocionales. La familia mantiene la armonía y la tranquilidad cuando los esposos se fortalecen mutuamente. Siempre será alentador un cónyuge que brinde amparo, protección y cuidado en las situaciones difíciles. Isaac oró por Rebeca y su oración fue aceptada, y la respuesta del cielo le trajo doble bendición (Génesis 25:21, 24). Nada hay imposible para Dios. Si los esposos se unen en las tribulaciones para orar tendrán la satisfacción de experimentar el favor y la gracia del Todopoderoso para su familia. La tristeza de la esterilidad se trocó por la alegría de dar a luz gemelos. Cuando vengan los problemas difíciles no juzguemos; mejor oremos. No busquemos culpables, mejor encontremos soluciones. Otros en el lugar de Isaac hubieran procurado otra mujer, pero el hombre de Dios decidió enfrentar la situación con su esposa. La amaba de corazón y no la abandonó en su dolor. Se presentó ante el Señor con la petición específica y no cesó hasta que la respuesta llegó. Hacen falta esposos que luchen para sacar adelante a su familia, que se aferren a la oración hasta que las pruebas sean superadas y se alcance la bendición de lo alto.
  2. La prudencia como disciplina en la crianza de los hijos. La felicidad de Rebeca nunca fue completa debido a que desde el principio se marcó una línea que separó las lealtades de sus hijos. Los gemelos manifestaron diferencias desde el vientre (Génesis 25:22). Eran incompatibles en gustos y oficios; Esaú fue cazador diestro y hombre de campo, acostumbrado al trabajo rudo; Jacob era tranquilo, habitaba en tiendas. Los hermanos
    casi no tenían actividades en común, no convivían tanto. Los padres en lugar de ser factores de unidad promovieron la división entre los hijos. Isaac prefería a Esaú porque le traía de su caza y preparaba guisos especiales para su padre, pero no le agradaba tanto la delicadeza de Jacob. Rebeca enamorada del hogareño jacob (Génesis 25:28). Lo cuidaba y consentía más que al muchacho tosco. El trato de los progenitores provocó una competencia ruda entre ambos. Se volvieron desleales y aprovechaban cualquier oportunidad para sacar ventaja a costa de la desgracia del hermano. Cuando Esaú llegó cansado y hambrient su gemelo no le dio guisado; se lo vendió caro, a costo de su primogenitura. Génesis 25:29–3 La crisis empeoró cuando Isaac estaba en el lecho de enfermedad. Daría la bendición final a sus hijos. Legalmente la mayor era para el primogénito. Le pidió un guiso de caza fresca y preparó la mejor de sus bendiciones paternas (Génesis 27:1–4). Pero Rebeca quería esa gracia para su hijo menor. Urdió un plan para engañar al viejo e instruyó a su preferido para que robara a su hermano (Génesis 27:6–17). La tragedia sucedió a la traición y terminó perdiendo a sus gemelos en un solo día. Esaú prometió matar a Jacob después de la muerte de su padre (Génesis 27:41). La madre hizo huir a su consentido hacia la casa del tío (Génesis 27:42–45). Nunca volvieron a verlos juntos. Ella murió sin abrasar a ninguno de sus muchachos, pues uno no estaba y el otro la aborrecía. Nada destruye más las estructuras del hogar que la imprudencia de manifestar preferencia por alguno de los hijos en detrimento de la autoestima de los otros. Generalmente, cuando no existe igualdad en el trato y en la expresión de cariño, ellos crecen resentidos con uno de los padres, y se crea una competencia nociva. Los hermanos compiten en lugar de formar equipo, se vuelven enemigos y a escondidas tratan de afectar a los demás para sobresalir ellos. Algunos crecen con la idea de que tienen más derechos en casa por ser los consentidos, y los demás tienen que soportar. Cuidemos la forma en que tratamos a los hijos. Cada uno merece un trato digno, especial. Hemos de distribuir los cariños y las atenciones, los regalos y las caricias para que todos sepan que valen lo mismo. En nuestras casas no debe haber hijos resentidos, con baja autoestima. La prudencia y la disciplina nos ayudarán a tener una familia feliz, equilibrada y justa, donde se respiren la seguridad y la confianza suficientes para enfrentar la vida con éxito.
  1. La esperanza en el Señor como remedio para los errores cometidos por los padres.
    Las consecuencias de nuestros actos las sufren los hijos. Pero no nos resignaremos a vivir siempre así. De seguro Isaac y Rebeca oraron por la reconciliación de sus vástagos; que Jacob se arrepintiera y Esaú lo perdonara. Murieron con la esperanza de que el poder de la paz acabara
    con el odio familiar. Dios jamás abandona a las familias que esperen en él. En su huida Jacob encontró la bondad de Jehová muchas veces. El Señor protegió y bendijo al hijo errante (Génesis 28:10–17). Le dio descendencia, lo prosperó y lo hizo retornar a su tierra con las manos llenas. Ya no estaban papá ni mamá, pero milagrosamente habían desaparecido los rencores. El que había prometido matar a su hermano, al verlo de frente corrió a su encuentro y lo abrazó con fuerza. Se echó sobre su cuello y propinó un beso lleno de amor. Las lágrimas de ambos hablo más que todos los diccionarios, tratando de definir el perdón y lo allí ocurrido; el perdón se otorgó con lágrimas (Génesis 33:4). La esperanza de los viejos no murió con ellos, sino que su oración fue respondida a su debido tiempo. Ahora aquellos jóvenes habían madurado y se amaban.

Conclusión
Fundamentemos el bienestar de los nuestros en la oración continua, en el mutuo aprecio por todos y en la prudencia en el trato a cada uno. Si cometemos errores, no tratemos de resolverlos en base a la sabiduría natural. Mantengamos firme la esperanza en la misericordia divina. El Señor
contestará nuestras oraciones por la paz familiar. A su tiempo vendrá la reconciliación, la armonía y la felicidad anheladas. Todos los padres cometemos errores en buen interés de construir familia bendecidas. No obstante, la ayuda y la sabiduría del padre celestial estará disponible.

Nota: El perdón y la humildad de un padre alcanzará a despojar la ira y el enojo de sus hijos.


Oremos: Padre celestial, te necesito, si necesito que el espíritu de sabiduría me unja en este tiempo difícil para criar y sostener una familia bendecida; Tu dijiste que si alguno esta falta de sabiduría que te la pida. Ven en mi ayuda. En Cristo Jesús, Amen y Amen. Ps. Cáceres

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