“Sepan que el SEÑOR honra al que le es fiel; el SEÑOR me escucha cuando lo llamo. Si se enojan, no pequen; en la quietud del descanso nocturno examínense el corazón. Ofrezcan sacrificios de justicia y confíen en el SEÑOR.” (Salmo 4:4–5) (NVI) Observo el salmo 4 y aprecio una oración intensa de confianza en medio de las adversidades. Es un profundo lamento al sufrir el deshonor, la inmodestia, arrogancia, vanagloria y el engaño de quienes lo rodean. El dulce cantor de Israel se dirige a los hombres que actúan sin temer a Dios y los confronta con su pecado.
Nuevamente en medio de la adversidad, el dulce cantor se determina en Dios apelando a su justa misericordia. Recordando que siempre que estuvo en dificultad Dios lo llevó a “un lugar espacioso” le dio la libertad “lo hizo ensanchar”. ¿Has degustado, saboreado esta hermosa realidad? Sí es así debes conocer esa alegría que tal vez los demás no comprenden, que surge de esa seguridad interior porque podemos confiar en un Dios que defiende a los que han decidido por una vida justa y piadosa. Por una vida de obediencia.
El salmista nos invita a meditar en la soledad, es decir: pensar, reflexionar, analizar, considerando inclusive las consecuencias de nuestras acciones. Nos alerta a evitar el pecado, al punto de “temblar” frente a la posibilidad de desobedecer. ¿Has sentido este tipo de temor? Dios conoce nuestro corazón y nuestros pensamientos y nos fortalece cuando decidimos sinceramente obedecerle y vivir en su voluntad. Por eso el espíritu de consejo y temor esta en nosotros cf. Isaías 11.
El salmista posiblemente examinaba su conciencia cada noche al acostarse para estar seguro de que no había nada de qué apesadumbrase. ¿Cómo acostumbras a terminar tus días? ¿Piensas en Dios al concluir tu jornada? ¿Oras? Esta, es también otro tipo de lucha. Cuando nuestra conciencia nos acusa y tenemos la tentación de pasar por alto la confrontación de su voz.
No sé si tú, pero yo, sí he tenido serias luchas con mi conciencia, y me alienta saber que Dios siempre piensa en mí. Me encanta la ternura de sus palabras citadas al inicio: “Sepamos que el Señor honra al que le es fiel; el Señor me escucha cuando le llamo.” Sé que puedo llamarlo y me oirá, pedirle perdón y me restaurará. Él nos ha escogido para sí, anhela protegernos y rodearnos de su amor, Él anhela que experimentemos su paz, para terminar el día con una oración como estas: “Bendita es mi entrada y mi salida” “Tu guardara en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera, por que en ti ha confiado”. En paz me costare y dormiré porque Tú, Señor, me haces sestar confiado.” “su paz nos ha dejado su paz nos da no como la del mundo”.
¿Oremos juntos(as)?:
Padre enséñanos a caminar en reverencia hacia Ti, guardando tus estatutos cada día con toda mi mente y escudriñar mi conciencia a la luz de tus ordenanzas. En Cristo Jesús tu hijo amado, Amén.
Pastor Antonio Caceres.
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